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De MoodleDocs

EL CASO DE LA PERRA, LOS PERRITOS Y LAS GALLINAS.

Profesor Novas. Estando de vacaciones en Puerto Plata escuché una conversación entre mis cuñados y dos primos de estos acerca de una perra alzá, como decían ellos, que les estaba acabando con las gallinas y los pollitos.

Según su relato, la pobre perrita había parido recientemente una gran camada de cachorros y necesitaba alimentarlos y el medio que le resultaba más eficiente, al parecer, eran las gallinas y los pollos de mis cuñados.

Pero lo que más me impresionó de esta historia fue la solución que estos le dieron al problema y la frialdad con que la relataban y sin remordimientos aparentes.

Cuando la historia se hacía larga uno de los primos preguntó, “¿primo y qué hizo usted para atraparla?”, y mi cuñado le respondió tranquilamente, “…busqué una escopeta prestada y me dispuse a acecharla, pero siempre ella terminaba burlándose de mi, pues en el momento meno esperado aparecía se robaba las gallinas y los pollos y desaparecía, hasta que un día, por suerte descubrí donde tenía escondida la camada de cachorros, y ese día —interrumpe el relato para sonreír complacido por su habilidad de cazador y sigue contando— terminó su suerte”.

En ese momento interviene el nuevamente el primo y pregunta, “¿qué hizo con los perritos?”, “Nada primo, tomamos uno y comenzamos a matarlos lentamente con un palo, y así uno por uno, hasta que sus gritos atrajeron a la mama quien los defendió como si fuera una gente y aunque era una perra muy escurridiza en esta ocasión se dejó matar fácilmente tratando de quitarnos a los perritos que ladraban como loquitos, sin saber lo que pasaba”.

Finalmente, después de haber escuchado este macabro y desagradable relato me atreví a preguntarle al grupo, medio haciéndome el loco para no dar la impresión de que me desagradó la historia, oiga cuñado, ¿y que hicieron con los perritos que quedaban vivos?, y el cuñado del relato me respondió tranquilamente, “¡Adiós cuñado y qué íbamos a hacer, los matamos!” y no agregó comentarios, y entonces volví a preguntar, ¿pero de qué forma los mataron?, y él me respondió avergonzado, pues no quería mirarme a los ojos, algo más perturbador aun, “los agarramos y como nadie se atrevía a matarlos con el palo los enterramos vivos”.

Ya en ese momento no podía ocultar mi indignación ante tanta ignorancia e indolencia junta, ¿pero es qué no les dio pena matar a esos infelices?, y respondieron casi a coro, “¡…claro que nos dio penas, ¿pero, qué íbamos a hacer, si nos estaba acabando con las gallinas y los pollos…!”.

¿Qué valoración hacen ustedes de la situación planteada en esta historia? ¿Qué hubieran hecho ustedes en esa situación?

La cristiana de verdad. Estoy segura que la mayoría de las personas asumirá este caso con toda la hipocresía que nos caracteriza. La gente tiene la maña de hablar como si nadie lo escuchara o como si los demás fuéramos idiotas.

Porque la mayoría opina de manera hipócrita, porque muestran un supuesto cariño por los pobres perritos, como si de verdad sintieran dolor ante el sufrimiento de los animales.

La mayoría crucifica a los cuñados del profesor y a sus primos porque mataron a los perritos, nadie se atreverá a justificar la acción llevada a cabo contra los perritos. Pero si observamos bien ahí mismo se muestra la hipocresía de la gente, todos se creen incapaces de hacer lo que hicieron los cuñados, nadie se atrevería a matar a unos perritos indefensos, pero si se atreven a matar, pollos, gallinas, cerdos, vacas y otros animales que Dios ha dispuesto para uso y disfrute de los seres humanos.

Ahí está la hipocresía, por qué no sentir dolor por los pollo cuando el pollero le corta el pescuezo con su filoso cuchillo, por qué no horrorizarnos cuándo un carnicero empuja el cuchillo en la garganta del cerdo, por qué no sentir dolor con los gritos lastimeros, indefensos, desesperados y desesperantes del pobre cerdo. Pero todo el mundo se cree muy limpio, muy humano, muy solidarios con los perritos y miran a los cuñados con desprecios y hasta se atreven a creerse mejores que los cuñados pero son peores que ellos porque su accionar no estuvo movido por la maldad.

Pula, el nihilista. Por fin estoy de acuerdo con un planteamiento de un cristiano aunque sea en parte. Es verdad que no se entiende la aleluya que han armado estos hipócritas por el sacrificio de unos perritos, que es verdad que resulta doloroso escuchar el relato frío y pasmoso de como ocurrieron las cosas pero no es verdad que estos compañeros que han opinados de manera exagerad como de si se tratará de la peor cosa del mundo o como si ellos no fueran iguales de crueles con los animales y con los demás seres vivos. De seguro que Porfirio, Rodolfo el existencialista y otros que han externado su opinión han disfrutado otras situaciones de violencia mucho más bochornosa que la de enterrar vivos a un grupo de perritos indefensos. Por ejemplo, cuándo matan a un atracador la mayoría se alegra de que lo hayan matado o cuándo matan un soldado americano en Irak muchos se alegran y dicen que tienen ellos que ir a buscar allá o cuándo mataron a Sadan Hussein muchos se alegraron, entonces vamos a respetarnos. Lo que hicieron los cuñados no es nada es una acto normal de las cosas que hace el hombre para vivir.

No seamos payasos, pues como dice la cristiana de verdad, nadie sale a cantaletear cuando el pollero corta el pescuezo del pollo, nadie sale a decir nada cuando escucha el pobre cerdo desesperado gritando porque el carnicero tiene el cuchillo filoso metido en sus entrañas buscando su corazón y él aunque no piensa y no sabe lo que pasa pero percibe la presencia de la muerte. Eso es crueldad contra los animales pero los hipócritas como Porfirio prefieren decir que son buenos porque sanaron una perrita que alguien baleo. Si tú quiere ser bueno Porfirio preocúpate también por los demás animales no solo por tus preferidos.